La crisis silenciosa que golpea al aficionado argentino
En silencio, sin grandes titulares ni polémicas públicas, el golf argentino está enfrentando un problema serio: el aumento abrupto del costo de la matrícula de aficionado.
En apenas un año, el precio se disparó en dólares, afectando directamente a miles de jugadores en todo el país, Muchos de ellos, simplemente, no renovaron.
Los clubes lo vieron con claridad: desaparecieron nombres, se redujeron los hándicaps activos, bajó la participación en torneos, especialmente en categorías promocionales o senior,
la base del golf aficionado se resintió y, aunque lentamente algunos vuelven a matricularse, lo cierto es que el daño ya está hecho.
La trampa del elitismo
El golf argentino siempre se jactó de ser un deporte inclusivo, de base amplia, con jugadores que surgen de clubes pequeños del interior profundo,
sin embargo, decisiones como esta lo empujan nuevamente al estante del deporte de elite
y esa es una trampa peligrosa porque el golf como la mayoría de los
deportes, necesita volumen, diversidad, renovación constante.
Cuando se toman decisiones con mirada recaudatoria y se pierde de vista al jugador común, el sistema se encierra en sí mismo
y eso, es justo lo que está pasando, la matrícula no debería ser un filtro para jugar al golf. Debería ser un estímulo, una herramienta para organizar el deporte, no para excluirlo.
Señales de alerta
El número de matriculados activos bajó sensiblemente en este 2025, no es casual,
aumentos abruptos, sin acompañamiento institucional, sin beneficios claros ni mejora en la experiencia del jugador, alejan a quienes más sostienen el calendario amateur: los que compiten cada fin de semana, sin sponsor, sin flashes, sin prensa.
Y cuidado: los juveniles también están en riesgo, si bien ellos no pagan
matricula pero son parte de la familia que ya no puede sostener una matrícula más los gastos del juego, el golf deja de ser opción frente a otros deportes más accesibles.
Reflexión urgente
No se trata de culpar a una entidad, ni de dramatizar, pero sí de poner sobre la mesa una pregunta incómoda:
¿Queremos un golf para todos, o solo para quienes puedan pagarlo?
La respuesta no debería ser retórica. Porque de eso depende el futuro mismo del golf argentino.
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En silencio, sin
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polémicas
públicas, el
golf argentino
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